jueves, 16 de junio de 2016

El Terrateniente Cap 2 "Lo que abrazaba al Saman"

Recordando los viejos tiempos, aun en el pasado contándolo en el presente. Eso es lo que hacemos los habitantes de Caelum, quienes llamamos a esta tierra de varias formas, como Pureza o Gran Mar, pero la gran mayoría le dice así, yo simplemente le digo hogar. Estaba en un bar para comprar algo de aguardiente, cualquier cosa que no sea cerveza ni familiar del trigo, preferiblemente caña, me acerque al tabernero quien, se había ido atrás a buscar mercancía, ya que el sitio estaba lleno de borrachos que no salían a rascarse afuera como un llanero decente. Cuando me senté a esperar pacientemente se me acerco un Ceretón, él era quien se acercaba a veces a mi hacienda, él era pequeño comparado conmigo, tenía la nariz larga y las orejas también, con un par de aretes con forma de cilindro incompleto, su barba cubría los bordes de su cara con una punta en la barbilla y otras dos cerca de donde comenzaba la oreja, vestido con un saco gris, una camisa blanca manga larga abajo y unos pantalones de vestir.
Se me acerco el hombre duende, borracho y con ganas de echarme un cuento, algo que era muy rutinario pero a la vez bastante agradable. Hablaba entre ronquidos y apenas se le entendía el habla, hasta que logro decir un par de palabras −…a… Amigo acércate que te echare un cuento− a veces creo que tengo omnisciencia. Espere a que empezara.
−Era una vez que andaba por el llano, iluminado solo por la luz de la luna y las Bola e’ fuego, animas que se manifiestan como bolas de fuego en la noche−
−Eso ya lo sé− interrumpí.
El me miro con impaciencia pero siguió narrando –Estaba camino al occidente cuando me adentre en lo profundo del monte, allí empecé a caminar sin rumbo hasta que llegue a una casa, donde se podía ver que ya había sido afectada por la Combustión. Había rastros de cuerpos carbonizados desde dentro de sus cuerpos y carne seca que había sobrevivido a la combustión espontánea…−.
En Caelum se inició una terrible enfermedad, aunque no es un virus ni nada parecido, es simplemente que la gente aparece quemada desde dentro, como si fueran consumidos desde adentro mientras poco a poco se vuelven ceniza y carne seca como la corteza de un árbol.
−Entrando a la casa de madera que ahora estaba ennegrecida y cubierta de polvo que, según mi experiencia, es de personas que han sufrido de la epidemia, el interior parecía hermoso a pesar de que los muebles estaban calcinados y los corotos era lo único que podías apreciar, y créeme que un buen plato dice mucho de la casa en donde este. Volviendo al asunto, la casa estaba desierta pero los cuerpos habían desaparecido, o eso creía hasta que llegue a un cuarto donde había un cuerpo de una mujer, que parecía ser muy vieja pero hasta podía ser una niña, estaba seco como si algo lo hubiera drenado, podría haberlo confundido con un cadáver que llevara un par de meses, pero ya he visto cadáveres en los campos del llano que incluso han sido devorados por zamuros, pero este estaba consumido por la mordida de algo que no podía distinguir−.
Paro el relato un momento porque había llegado el tabernero, así que pidió un par de cervezas, a lo que proteste y dije –no me gusta la cerveza pana, mejor dame caña− el buen hombre me entendió y le pagamos el Ceretón y yo.
−Continuando con lo que te decía, sentía curiosidad por saber que había sucedido realmente en esa choza, así que continúe revisando cada rincón a ver si hallaba alguna vaina, pero no encontré nada que me demostrara algo además del incendio. Me aburrí después de un rato y busque la salida a alguna carretera, en la oscuridad de la noche con el monte hasta el cuello y culebras sonando en la pepa del oído, en ese momento me sentía observado por algo que no era simplemente un fantasma imaginario, sentía que algo me veía y deseaba acabar conmigo…− Increíblemente había recuperado la sobriedad interrumpiendo su relato e invitándome a seguir hablando afuera, parecía ser alguien bastante amigable para ser un Ceretón, el ambiente del llano iluminado por llamas lejanas era muy bueno para que te afectaran más los cuentos y la caña.
…Mas temprano que tarde –continuaba narrando− escuche su respiración a mi lado, tal vez sea por la paranoia de ser robado por alguien en la noche, pero sea lo que fuera no parecía algo que quisiera beneficiarme, así que me aleje hasta un árbol cercano, un samán que de día daría sombra a mi cuerpo pero ahora me serviría para treparlo y ver mejor el lugar. El primer pie sobre el tronco seco pero aún vivo del árbol apenas se resbalaba, trepe fácilmente ya que por mi suerte él era muy joven, pude reconocer la casa abandonada cubierta por el monte y vainas entramadas por las ventanas rodeadas de muros de arcilla carbonizados cubiertos por la lluvia con un techo también de arcilla, solo conservando belleza en el suelo de cerámica que de todos modos está sucio por la ceniza. Entonces oí un susurro −estou sedento−, con lo que me caí del árbol sobre una culebra que murió en el acto, se podría decir que soy tan guevón que mato culebras sin esfuerzo –se rio un momento, pero la risa parecía falsa –no quede inconsciente, hubiera sido un gran alivio no estar despierto para entonces, porque en ese momento pude observar que parte de la corteza del árbol se movía y desprendía lentamente con forma antropomórfica, por lo que corrí mientras pude en dirección contraria al samán esperando no ser cogido por lo que fuera esa cosa, corrí hasta llegar a un rebaño perdido de vacas, las cuales no fueron lo suficientemente avispadas para seguirme y fueron agarradas por esa criatura, a la que le pude ver la cabeza de cadáver deforme con dientes afilados mordiendo a la ternera como si fuera una culebra, se había sujeto mientras parecía chuparla mientras poco a poco la vaca se parecía a la carne de res quemada, y el pasaba de tener la piel seca como un tronco a cuero sin curtir.
El miedo casi me posee, tuve que seguir huyendo hasta que por fin encontré a un carretero, me le acerque para pedir auxilio − ¡Ayúdame que me persigue un bicho chupasangre! – y el, con la cara apenas visible, con un traje de cuero negro y una voz grave pero también lenta respondió –Yo no me creo cuento de Ceretón, mejor explícate y cálmate si quieres que de verdad de ayude− no tuve otra alternativa que ignorar el hecho que me haya llamado por mi raza de forma despectiva y contenerme para poder tener buena labia.
–Me había perdido en el monte cuando encontré una casa carbonizada, por lo que vi si alguien estaba bien allí dentro, pero no fue así, solo encontré a un asesino que me estuvo persiguiendo hasta aquí− no tenía otra opción que decirle que era un malandro, si mencionaba que parecía un cadáver me agarraría por loco o ladrón.
El me miro sorprendido y al mismo tiempo parecía alegrarse de ello, tomo una bolsa grande y me dijo –Pues deja que me encargue de eso, toma mi carretón, si lo llevas hasta la fosa común te darán bastante dinero por los cuerpos carbonizados que llevo atrás, yo voy a ver si puedo atrapar a tu amigo−.
No me dijo nada más, escribió una carta me la dio y conduce el carretón con lo que me fui a la ciudad mientras ambos caballos relinchaban. Allá me recibieron hostilmente hasta que vieron que tenía una carta que me hacía dueño de la carreta y sus caballos, además que había gente por allí que mencionaron que yo trabajaba enviando mercancía o periódicos alrededor de los pueblos de la sabana. Me fui olvidando de esa fatídica noche, no pude sino recordar como eso me perseguía, y para colmo me habían dado el trabajo del hombre que conocí aquella noche, recoger los cuerpos de la gente que había sido afectada por el “Spontanea Combustione Hominum” o Combustión Espontanea, terrible epidemia que te había explicado antes, era difícil porque algunas veces incluso no quedaban más que cenizas, pero yo tenía un par de trucos bajo la manga.
Bueno ya que eres alguien que he visto varias veces mientras hago mi trabajo de medio tiempo como mercader, déjame decirte un secreto entre tú y yo –se me acerco para susurrarme− yo practico el Espiritismo, puedo ver mejor que nadie los espantos y animas del llano, eso me ayuda a saber dónde había un cuerpo, si ves una llama de noche sin origen posiblemente sea un alma consumida por la incineración, debes conocerlos como las Bola e’ fuego como parte de los espíritus del Celaje. No importa si me crees a mí o a mis creencias, aunque en realidad llamarles mi “religión” no sería correcto no, es más mi pasatiempo de brujería, con ello me he vuelto un gran cazador de cenizas, tanto que me he vuelto como un Buitre Boracine.
− ¿Que es un Boracine? – interrumpí –hasta ahora estaba bastante identificado con lo que me decías, me parece raro que un llanero tan interesado en el mas allá no conozca hasta el último espanto.
−Vaya− dijo − ¿con que te interesa y no lo repudias?− pregunto con una sonrisa en el rostro.
−Claro, pero debes decirme que es esa vaina−
−Quitaste tú cara de chigüire ¿eh? – mofaba –bueno entonces déjame contarte algo que no dije sobre el hombre que me encontré, él tenía una máscara de pájaro, no era solo oscuridad lo que cubría sus ojos, esa mascara tuvo su inspiración en los Boracine…
…Esos animales son grandes aves que se comen los cadáveres de quienes logran burlar a la muerte y ser Aparatos, animas que tienen un cuerpo completo, y se los devoran dejando solo los huesos negros. ¿Te habrás dado cuenta no? Así fue como descubrimos el combustible que usamos en los vehículos que nos llevan de un lugar a otro, empezamos a usar las máscaras para evitar infecciones por los cadáveres podridos diseñadas, como te mencione, a la imagen de esas criaturas que nunca son vistas por los vivos, de echo lo que sabemos es por testimonio de aquellas personas moribundas que días después de hablar de esos buitres aparecían muertos.
De hecho eso me recuerda que una vez encontré a una persona que había sobrevivido a la combustión, su cuerpo se había secado para contener la incineración interna, por lo que parecía un saco. Me le acerque para ver si podía encontrar algo para que los médicos para los que yo trabajo, alguna información para que la Corte de los Siervos del Santo, más conocidos como el Ministerio de Medicina pudieran conseguir una forma de prevenir la combustión.
Pero cuando me le acerque fue como con lo que había salido del árbol, esta vez hablaba nuestro idioma y no lo que fuera que hubiera dicho el anterior, pero al escucharlo decía –Estoy sediento− pero no parecía querer agua, tenía mucha en donde vivía, por lo que entendí que quería sangre como el anterior, para ver si era verdad llame a una rata con una flauta que yo tenía y se la arroje; el chupo su sangre y recupero un poco el habla diciendo −ayúdame− y salió corriendo casi agarrándome, puse en mi memoria su chaleco gris para no vérmelas con el cuándo saliera de la casa.
Al día siguiente seguía con mi trabajo rutinario, recolectaba cenizas y partes de cuerpos carbonizados, también vendía algunos productos que compraba a algunos amigos míos que me ayudaban, ya que el sueldo no es muy bueno que digamos. Pero no fue hasta que encontré una chaqueta gris bañada en polvo negro puesta en un esqueleto cubierto con plumas del tamaño de mi antebrazo que supe, que los buitres estaban relacionados, el vio al Boracine cuando recupero algo de sangre y salió corriendo en auxilio. Por ello sé que ahora debemos tener cuidado con quienes hayan visto los buitres, porque no hubo nunca nadie que sobreviviera a ellos luego de contarlo.
− ¿Y qué tal si yo he visto uno? – dije.
−No podría creerlo, además significaría que ahora deberías morir estas herido?−
−No, solo estuve presente mientras trabajaba, digamos que si soy un llanero que conoce el ganado de la sabana…−
−Entonces eres observador, te envidio, apenas soy lo suficientemente observador para ver a las Bola e’ fuego y los Entierros, hasta les e sacado tesoros a esos entierros− dijo con orgullo –pero no he encontrado a un Aparato como por ejemplo El Terrateniente, supongo que lo habrás visto tú, que pasas por esa casa para robarle sus mangos−
−Digamos que si−
−Y si por alguna razón, digamos…− me miro con cautela –…tú fueras al que llaman Terrateniente−
− ¿Habría algún problema? – pregunte.
−No, no lo habría sino por el contrario− dijo con la misma alegría que demostró dentro del bar –Ahora sé que en realidad era un rumor, eres una persona que puede ver el mas allá como yo, porque en realidad yo si he visto a esos desgraciados, mientras se comían a mi padre−
−Es muy elegante el traje que heredaste, deberías tratarlo mejor− dije mirando su vestimenta muy rasgada y maltratada para lo bien que se veía el trabajo.
Se echó a reír −Pero si te dije que soy tan aguevoniado que ni el diablo−
−Bueno ya llega el toque de animas por lo que veo, tengo que irme a mi hacienda o no me parare mañana a trabajar− dije.
−Y un carretero también debería trabajar desde temprano, porque gente como tu termina dejando los restos de los que ve morir en pleno campo− dijo mientras yo recordaba algo –pero no te preocupes, ahora es legal matar por defensa propia desde que los atracos se hicieron cotidianos, solo búscame si tienes problemas con algún muerto, sea un cadáver o un espanto, me gustaría contarte más y escuchar que tiene que decir alguien como tú−
−Igualmente, pero no vuelvas a robarme los mangos, sé que fuiste tú, te perdonare por lo de los cadáveres− y nos echamos una risa y luego tomamos lo que quedaba de caña.
Así termino una noche más en la Gran Sabana, en una taberna de un pueblo ranchero normal, de un mundo en donde todo lo que es normal es aquello de lo que la gente que vive en el centro de la capital considera una fantasía, una leyenda.

sábado, 28 de mayo de 2016

El Terrateniente

Capitulo 1 "El hombre del traje blanco"


Se tiene en cuenta que los llaneros defienden su tierra como si se tratara de su propio cuerpo, y la leyenda de la Hacienda Matalinda es la mayor representación de ello, cuentan que quien se le acerque desaparecerá y nunca volverá a ser visto, según comentarios, las personas que escaparon de la hacienda solo fueron acompañantes de las víctimas, vieron como perdían a sus amigos. Durante mucho tiempo la leyenda del espanto agricultor se extendió por todas las tierras, desde la capital de Gran Sierra, hasta las Dunas, Nevada de Águilas, la tribu de Hakuos y principalmente a la Gran Sabana. Aun se tiene la creencia de quienes desaparecieron en aquella hacienda, nunca vuelven a ser iguales al sobrevivir y se convierten en esclavos de José, el Terrateniente.

Esa historia aparece en el periódico del Malanguis, a pesar del miedo que causa la hacienda hay un carretero que trae los periódicos al buzón de la hacienda, parece una persona bastante agradable a pesar de ser un Cereton, duendes que consideramos personas de clase baja con una fama de ser extremadamente mujeriegos.

Has notado que esto está escrito como si alguien lo hubiera escrito ¿verdad? Bueno déjame decirte que se trata de ni más ni menos que el Terrateniente, soy el llanero que usa un machete, un hacha y otras herramientas para torturar a sus esclavos, que nunca son vistos por que siempre están bajo tierra, y solo salen en las noches ocultas para trabajar la tierra…

Pura habladera de paja, la gente no me conoce en realidad, mejor que sea así, esas leyendas sobre mi hacen que los federales nunca vengan a revisar este lugar y empezar a molestarme. La vida en una tierra fértil de la Gran Sabana es preciosa, los arboles dorados hacen que menas de oro caigan cada primavera, las grandes aves tricolor crean arcoíris en el cielo, siempre está bien despertar con un cantar de gallos y sentarse a oír el silbido de las aves o esperar que pase un grupo de música llanera en una carreta, animando al corazón, serán melosas pero es agradable para empezar el día.

Paso los días trabajando la tierra solo, con poco ganado y una vieja amiga, seguro es raro para los habitantes de alguna capital como tú, pero desde que se fundó la Nueva Colonización se tienen registros de que los animales tienen la capacidad de hablar, solo los que trajeron de la Gran Colonización perdieron la labia, no se tienen recuerdos de ese lugar, incluso se perdió el nombre original de esas tierras. Es normal ver los animales de gran tamaño en contraste de nuestro ganado aún más pequeño, se dice que los animales crecieron aquí gracias a la gran vegetación del centro del continente, es triste no poder trabajar con esos animales aun, no he tomado la iniciativa para ello.

A pesar de que hay gran cantidad de cosas que no puedo tener, igual prefiero que sea así, me encanta la belleza del misterio, tal vez por eso me emociona que este entre las leyendas como el Mandador. Pero sigo prefiriendo vivir tranquilo en mi campo, hablando con una vaca, que se quedó con las dos patas delanteras rotas y camina como humana, es muy sabia, parece haber vivido muchas aventuras hasta que termino aquí.

Hoy por ejemplo pase el día trabajando la tierra, siempre doy de mi para trabajar la tierra y cuidar los Araguaneys, los arboles dorados y uno que otro Samán que es un árbol gigante bastante bonito, de ellos siempre se ven las aves coloridas saliendo al cielo, haciendo un arcoíris sobre mi bello campo. Cuando termino las tareas voy a descansar y leer el periódico Malanguis, la política y las comiquitas no tienen diferencia, la comparación se me revela cuando hablo con Becerra, le gusta ese nombre, ella dice que maldecir a la gente les garantiza la vida eterna como almas vengativas y además le hace sentir más joven. Si no tengo nada que hacer hablo con Becerra, hoy en particular la encontré de buen humor sentada en la mecedora, enfrente de una cerca que dividía el llano de mis cultivos, en pleno mediodía.

−Con que estuviste trabajando hasta tarde ¿eh? No te gusta Muuuucho ser una pereza− decía la vaca con tono sereno, era una voz tranquila aunque su forma animal confundía.

−E estado todo este tiempo viendo los árboles y la fauna, logro ver la belleza del monte, del pia’so e’ árbol…−

−Pero solo ves lo que te pertenece y lo ajeno apenas lo conoces−

−No quiero nada ajeno, eso es envidia−

−Yo veo tus campos, no por envidia, sino por admiración, y los campos no son tuyos, ellos viven y respiran como tú, no son solo terrenos−.

−Eso que me dices no me cuadra…−

−Tu heredaste esta hacienda, una estructura hermosa con aspecto colonial, con techo de arcilla, paredes de cemento con cerámicas que decoran sus bordes inferiores, con pilares de madera, con cerámica aún más trabajada en todo el suelo de la vivienda… Entre otros detalles que tiene esa hermosa casa…−

−No veo mucho mi quinta…−

−Por qué solo aprecias lo que es fácil de admirar, solo te enamoras de las bellezas que tienes cerca y no tienes miedo de envidiar, no ves la belleza en todo, porque solo ves la belleza de un árbol y sus habitantes, siendo que en realidad estas envidiando la casa decorada de una madera hermosa y flores que hacen un techo de oro−

−Un día al menos aprecia el intento mío de ser buen tipo−

−Te esfuerzas tanto en ser buen tipo, que olvidas quien eres, sobre todo si tu único pecado es un pasado de mujeriego−

− ¡A los catorce años tanta echadera de broma es un logro!− decía el riéndose, como burlándome de mí mismo.

−Pero no ha pasado mucho desde que eras ese chamo, apenas tienes veinte−

− ¡Y sigo siendo un carajito!− exclame con sonrisa jovial.

−Y sigues sin visitar otro lugar, de eso quería hablarte… No puedes auto-sustentarte por siempre Juan José…−

−Mejor vivir solo contigo Becerra, que andar con los que viven en la ciudad, su propio periódico me lo dijo todo…−

− ¿Qué has leído? –

−Espérate hay…− busque rápidamente el periódico en mi casa y le señale el título de primera plana − ¿ves? Dice: Hoy se divide la Nueva Colonización en Celeste y en Piélago− me estaba frustrando al decirlo.

−Siempre habían disputas entre los políticos de Gran Sierra la capital de Piélago, nuestra región y los de la ciudad de Colofón de la región de Celeste, ahora son países autónomos según el periódico−

−Es estúpido, hay miles de ejemplos que te puedo dar, pero no quiero pudrirte el coco−

−Mi mente está llena de mierda, no te preocupes… Pero escúchame, si tú no eres como un espanto, porque ellos deben ser como sus políticos− al decir eso se alejó sin más, le encanta leer los periódicos, ella misma los recibe cuando caen cerca de la hacienda o están en el buzón, ella sabe mejor que yo como son los humanos.

Dure bastante tiempo pensando lo que me decía, veía al sol como si fuera más rápido que el, tenía que ver cómo era el mundo por mis propios ojos, recordé la hora en la que el Cereton aparece entregando el periódico y fui a sentarme a esperarle, cuando llego el me recibió con apatía, aunque no con desagrado, estaba pendiente de una lista que tenía en la mano y una caja que parece tener dinero. Le pedí subirme a su carreta, él era un Cereton, una especie de Duende, se les conoce por ser mujeriegos y usar sus embrujos para parecerse a hombres apuestos, ya que no tienen hembras; el carretero no quiso que me subiera a la carreta, así que intente convencerle.

−Pana por favor déjame subir, tengo que hacer diligencias−

−Nada que ver, si me pongo a ayudar a cualquier extraño el Patricio se enojara conmigo−

−¿Qué es un patricio? – pregunte.

−Es el dueño de los esclavos como yo ¿no te enseñaron nada acerca de historia? –

−Apenas se sobre lo que aparece en el periódico Malanguis…−

−Bueno, por ignorante te ayudare diciendo que desde que se fundó la Nueva Colonia se firmó un tratado con los nativos Hakuos y dejaron de esclavizarlos para esclavizar duendes y otras criaturas que habitaron con los nativos. Así que por ende, tengo que irme− al terminar su última palabra, arregla la carreta y los caballos están listos para empujar la carreta y seguir su rumbo.

−Al menos dime como llegar a la ciudad más cercana− le pedí mientras él contaba su mercancía.

−Bueno, puedo darte la cola hasta la próxima parada, allí encontraras una carreta publica, ella te traerá hasta la ciudad comercial más cercana, pero sigo desconfiando de ti, iras atrás con mis corotos− Me parecía bien, aunque no tanto el hecho de estar rodeado de un montón de utensilios de cocina.

Subí apenas, el par de animales arrancaron sin esperar que me acomode, se veía la Gran Sabana de color amarillento, mi terreno se veía precioso desde la lejanía, podía observar los campos bien trabajados con cultivos de maíz, plátano, guayaba y otros frutos de mis trabajos, no tengo ganado, los grandes buitres se llevan a los animales siempre y Becerra siempre dice –No gastes pólvora en zamuros− pero hacerle caso es difícil. Al perder de vista la última forma reconocible de mi rancho, el carretón se paró y me dejo en medio de la nada con apenas una silla ancha con un techo encima hecho de concreto y arcilla que lo cubría en remplazo de la cerámica.

En la parada no había nadie, estaba solo viendo hacia la lejanía del camino que se pierde en el horizonte, hasta que vi la sombra a lo lejos de una carroza que no se movía con caballos, expulsaba humo detestable, era idéntico a una carroza pero con el conductor usando un aro envés de un látigo. Al pararse enfrente mío logre ver el nombre de Candela y bajo del tenía el nombre de Gran Sierra, llegando se abrió una puerta que me dejo ver al conductor, un compañero suyo estiraba la mano hacia mí, yo ignorante no sabía que quería de mí.

−Disculpe, ¿tiene pasaje? –pregunto el hombre, tenía un sombrero grandísimo y negro que estaba atado a su  barbilla, una chaqueta y zapatos del mismo color.

− ¿Quiere plata? – le pregunte.

−Si no tiene cobre, plata ni real no podrá subir, disculpe− dijo mientras entrecerraba la puerta.

−No tengo nada de eso, solo tengo algunos frutos que llevo siempre cuando me da hambre− cogió un tamarindo y se lo empezó a comer.

−Bueno, puede darnos un poco a cambio, de todas formas no cobramos mucho− Entonces subí a esa cosa, cuando pregunte me dijeron que se llamaba camioneta.

Era muy estrecho el pasillo que separaba a las personas, había desde campesinos y llaneros como yo, hasta aparentes burgueses hablando entre sí, durmiendo o viendo al horizonte como si esas tierras fueran una bella pintura. Como los burgueses veían al horizonte me hizo sentir empatía con ellos, así que trate de hablar con uno de ellos, pero no querían hablar conmigo, intente varias veces hasta que encontré a alguien burgués que, mejor que nadie allí, parecía admirar los llanos.

−Es chévere ver el horizonte ¿no?− dijo con un tono de voz bastante formal y tenía un liquiliqui blanco, a diferencia de mi traje que está sucio y destrozado.

−Sí, es hermosa la Gran Sabana, tiene también grandes misterios−

−Recuerdo los viejos tiempos, era hermoso trabajar la tierra−

− ¿Usted era un campesino? –
−Claro, era bastante pobre y no tenía mucho dinero−

−Ahora parece bañado en plata−

−Cierto, podría decir que es gracias a los celos−

− ¿Cómo así? –

−Siempre envidie a los empresarios de Gran Sierra, la ciudad del fósil, tenían de todo allá y ahora tengo lo mismo que ellos, incluso les hablo con normalidad− sonrió un momento alzando la mirada al cielo azul –pero al ir allá descubrí, todo lo que había perdido−.

− ¿Te refieres a la belleza del llano? –

−No solo a eso, a sus leyendas, a la música del llano y el no saber la verdad−

− ¿Qué verdad? – pregunte interesado.

− ¿Quieres saber cómo funcionan estas máquinas? –

−Claro, se lo iba a preguntar, ¡pana usted es adivino! –

−No, solo fui como tú, un terrateniente campesino, lo sé solo con verle− metió la mano en su bolsillo y de allí saco un hueso negro.

− ¿Eso es un hueso de ganado? –

−Así es, veras los huesos negros son el combustible e este vehículo, usa algo llamado combustión interna, descubrimos que a diferencia de los registros del viejo mundo aquí nos descomponemos muy rápidamente, tanto que incluso nos volvemos fósiles, un combustible muy potente y que debemos el descubrimiento al tipo que confundió un hueso con carbón−.

−Es algo interesante−

−Lo es, eso le dio a nosotros los campesinos mucho trabajo, el ganado se podía usar también para crear ese material tan importante, incluso hay vendedores de huesos por casi todas partes, el problema es que hacer que algo muera en este mundo es muy difícil si no sabes dónde golpear−

− ¿Te refieres a matar ganado? Lo sé, deje de trabajar con ello porque mis cerdos corrían sin cabeza todo el día y se perdían en el llano para siempre, varias veces me encontré con personas heridas gravemente que lograban sobrevivir con hemorragias constantes−

− ¿Sabes que es lo que les pasa a quienes mueren? –

−No empieces a hablar paja sobre leyendas−

−Perdóname entonces hermano del campo, déjame hablarte de las animas, almas en pena de quienes van al inframundo, cuando mueres aquí no llegas allá tan fácilmente, fuimos bendecidos con una vida sana hasta los cien años, los animales no tienen límite de edad, porque ellos no tienen los siete pecados al mismo tiempo, la gente al morir se vuelven cadáveres vivientes o espantos y se dice que desaparecen al día siguiente, sino se vuelven corpo-secos bebedores de sangre humana, unos muertos vivientes que al beber suficiente sangre recuperan el conocimiento y se suicidan o algo peor…− Al terminar su discurso se inició un silencio entre nosotros.

En un momento el que ayudaba a nuestro conductor estaba pasando por los asientos pidiendo el pasaje, mi compañero pago el suyo y el mío estaba pagado, mientras entraba por la puerta del vehículo un señor desarreglado que se paró con un bolso grandísimo, empezó a sacar bocadillos de guayaba, los reconocí apenas con el olor, al acercarse empezó a gritar con algo de lirica en sus versos –Vendo bocadillos de plátano, Guayana y dulces de coco, tres por solo un poco de plata− algunas personas le compraron dulces y luego apareció otro vendedor que pedía lo mismo, cuando se encontró con el otro empezaron a discutir sobre a quién le tocaba esa camioneta.

Hubo una pelea entre ambos hombres, igual de desagradables sus atuendos, parecida su forma de expresarse, misma ignorancia inspiraban sus gestos y modismos. No paso mucho antes de que uno sacara al otro a patadas, alguien los convenció para que se quedaran tranquilos mientras íbamos pasando por una parada, en ella se bajaron muchas personas incluyendo al vendedor de dulces que llego primero, al bajar todos esta lata de sardinas se puso a andar nuevamente. Un parpadeo fue lo único que faltaba para que no te dieras cuenta que el hombre había sacado un trabuco de mano, con arma en mano amenazo al conductor, pero no lo hizo a los golpes, lo hizo con calma y posteriormente paso al lado de cada pasajero, como lo había hecho el ayudante del conductor, ahora aterrorizado y pagándole al asaltante con lo que habían ganado hoy.

Cuando paso por nuestro puesto, no tuve de otra que buscar un hueso de ganado que yo tenía de ornamento bajo mi traje, el tipo parecía satisfecho, entonces se fijó en mi compañero, quien le dio un real, algo con lo que según se pueden comprar hasta propiedades pequeñas, pero el hombre no estaba satisfecho, quería más por lo que su mirada expresaba así que mi amigo le dio un reloj de oro y luego agrego –No tengo más…− el hombre molesto se fue, buscando a alguien más para que le dieran plata y pertenencias.

Luego de llevarse cuanto pudo el hombre se salió del vehículo en la siguiente parada, mientras se iba rayaba con una navaja la pared del autobús como para causar miedo, en ese momento el hombre del traje ajustado que había perdido un real y un reloj me susurro –Gracias a la Santa Salvadora que en este mundo haya gente tan buena− dijo animado –muy pocas veces esa clase de gente no recurre a la violencia−.

Llegamos sin menor contratiempo a Candela, el anfitrión de la carroza sin caballos se veía bastante desanimado, le ofrecí uno de los huesos que yo poseía a ver si podía recuperar algo de lo que había perdido, pero no falto mucho antes de que agregara –con esto no me alcanza ni para las arepas, es muy barato – me fui sin más que decirme a mí mismo –puto desagradecido−.

Salir de esa puerta era como la diferencia entre un campo abierto y un horno de leña, el aire del lugar estaba tan sucio que un fogón prendido dentro de una casa sin ventanas calentando ganado piche o descompuesto, era muy molesto para mí, estaba a punto de desmayarme. En la confusión perdí al burgués que me había acompañado, fui a buscarlo por la ciudad para al menos despedirme de tan buena gente, pero nunca lo volví a encontrar entre tanta gente caminando por algo que le llamaban el Muelle Terrenal, por lo que podía oír entre la conversación conjunta de la multitud que seguía caminando bajo el sol que ardía como si fueran llamas invertidas envés que una luz protectora.

Caminando por la ciudad vi toda clase de buhoneros que estaban vendiendo sus mercancías, me interese mucho en comprar pescado, sal o coco de los agricultores que trabajaban en las costas del norte, pero me limite a observar por falta de plata, no tuve mucho más que hacer que irme a un extremo de la ciudad donde se podían ver los grandes flamencos blancos sobre un hermoso rio vagamente contaminado con algún que otro papel, podía ver un gran samán a lo lejos y una especie de puente sobre toda la escena que estaba en construcción, a pesar de todo no quise seguir observando tal monumento, aun miraba al gran árbol, a los flamencos blancos y al rio que se movía tranquilamente empujando la basura que la ciudad de echaba.

No paso mucho tiempo antes que viera un anuncio de alguien buscando agricultores, decía que darían mucha plata así que fui a averiguar sobre el asunto, tuve que preguntar a varias personas acerca de la ubicación del edificio, hasta que di con una estructura bastante detallada y sin techo hecho de arcilla, sino que tenía un placa fina de algún material que no era capaz de reconocer. Al entrar fui recibido por un hombre bastante apático, que no me dejo hablarle lo suficiente,, al entrar logre reconocer a varias personas de distintas etnias esperando a ser atendidas, desde un misterioso Sombrerón de Celeste, hasta un duende Mommoy reclamando que estén explotando los recursos de su tierra, además de ello estaba algún que otro Cereton buscando pareja o un campesino como yo esperando poder ganar algo de plata.

Me mantuve esperando sentado mientras esperaba a que pasase cada persona, entonces paso el Sombrerón quien decía –soy un granjero de gran habilidad, puedo administrar a los esclavos como un líder guerrero que ha mandado y ganado cientos de pleitos, soy bastante joven y quería poder trabajar para el Consejo de Suministros– mientras el entrevistador estaba observándole, luego de una examinación a su persona pregunto –usted es un Sombrerón ¿sabe? Ustedes tienen la fama de no ser más que espantos, no queremos mala fama en nuestra organización– entonces el pobre hombrecillo que llevaba un gran sombrero se fue caminando lentamente.

Y así seguíamos esperando, nadie era aceptado, le decía al Cereton que no querían problemas con mujeriegos, al campesino que no era lo suficientemente eficiente y al burgués muy flojo, pero la cola seguía muy larga. Decidí irme del lugar y regresar a casa, mientras me iba me encontré con el Sombrerón que habían rechazado, quien se me acerco diciéndome – ¿Por qué te fuiste antes de que te preguntaran? Tal vez pudiste haber quedado allí– a lo que le respondí –si me quedó esperando más tiempo será menos lo que produzca como agricultor, ser de la tierra no es esperar con un idiota a que alguien te acepte como tal, es trabajar como lo harían muchos granjeros– seguido me fui con una sonrisa.

Me quede pensando acerca de lo que la vaca me quería enseñar, hasta que me di cuenta, de que solo quería sacarme de la hacienda, ella siempre habla con anécdotas, pero aun así esto me sirvió como una forma de ver el mundo, posiblemente regrese a vender mercancía para tener el dinero suficiente para pagarle a alguien que sepa cultivar matas de coco y así plantarlas con normalidad. Fui camino a casa en el atardecer, aprecie como nunca la belleza de la ciudad a pesar de estar contaminada de humo, basura y mugre de aparatos mecánicos, podían verse las aves en el cielo y los arboles rodeando la ciudad que a su alrededor también era cubierta por una variada cantidad de monte verde  y vivo. Fui a pie hasta mi hogar, me sabia de cabo a rabo el camino, pero en el mismo me encontré con el hombre del liquiliqui montado en un caballo de color negro, que contrastaba con el hombre de blanca vestimenta.

–A pasado un tiempo– decía mientras se arreglaba las mangas – ¿Qué te ha parecido la ciudad de Candela? –

–Bastante movida y calurosa como era de esperar–

–Espero haya sido de tu agrado, ahora déjame darte la cola hasta la parada en la que llegaste ¿te parece? –

–Claro, de todas formas es mejor que caminar con la barriga vacía–

Entonces me subí a la silla de montar, había espacio para ambos, y echo a correr al animal, los cascos de la bestia sonaban como rocas cayendo en la tierra una tras otra, sin detenerse y con un ritmo parecido a los latidos del corazón. Sobre el recio vehículo viviente podía observar al sol caerse poco a poco mientras empezaban a salir las bolas de fuego de la tierra, cosa que me dio un tema de conversación –La bola e’ fuego, un espíritu en pena que no ha alcanzado la paz, ¿es hermosa la expectativa a verlas cada noche cuando salimos al llano no te parece? – pregunte.

–En verdad que lo es– respondió –pero no hay que ver un espectáculo en quienes sufren–.

–No te sientas así, que posiblemente esto se trate de algún fenómeno extraño que no tenga nada que ver con el inframundo–

–Ya te lo dije, las leyendas son reales, solo son tan increíbles que la gente piensa que algo así no puede existir– expreso con determinación.

–Lo sé, vivo con una vaca que habla, pero no creo poder ver tantas cosas hermosas viviendo en la hacienda–

–Entonces vuélvete buhonero y viaja por el mundo–

–Eso sería una vaina loca– dije sonriendo.

–Más que eso, podrías hacer lo que yo no pude hacer en mi vida, poder ver lo que la gente de Candela ni de Gran Sierra se atreven a ver por miedo–

–Créeme que no soy de hierro, ni tu tampoco–

–No, pero espero que lo sea alguno de nosotros dos algún día– dijo esperanzado.

Al lograr ver la parada me puse a pensar en cómo me despediría de este nuevo amigo, un hombre de personalidad chévere y tranquila como Becerra pero que le encanta hablar de leyendas y mitos y no de filosofías de vida. Llegando a la parada le invite a seguirme a mi hogar, fuimos y le conté sobre cómo era cada colina, cada árbol, cada campo y cada animal que estaba en los límites de la hacienda. Llegando a la propiedad logro ver un mandador  que usa para trabajar, dentro tiene un machete, un hacha y un fusil viejo para el ganado, el resto de herramientas las use hoy para trabajar la tierra y se las deje a Becerra, puse a la bolsa en mi espalda encaminándome con el burgués a mi hogar.

En pleno camino se nos aparecieron unos jinetes que nos rodearon, al verles reconocí al hombre que nos había asaltado en la camioneta, tenía el arma entre sus manos y junto a sus compañeros nos apuntó con el arma.

–Ya se sobre quien eres campesino de mierda, te vestiste como un piaso de mendigo y te juntaste con este chigüire a hablar de negocios– dijo agresivamente.

–Vamos saca toda la plata y los papales– agrego su compañero.

Era una sorpresa para mí estar en esta situación, estaba disgustado y al mismo tiempo paralizado por una fuerza sobrenatural, algo demasiado fuerte que recorría mis venas, posiblemente eso se le llame miedo, pero no es así, no le tengo miedo a nada que respire como yo, en realidad creo que me contagie del aire de esa ciudad, ese aire carente de vida.

Pero mi amigo del liquiliqui se les acerco y les hizo frente a pesar de la desventaja, cuando se les acerco les dijo –olvídense de eso, si siguen robando al mismo árbol no tendrán más que las ramas tiernas– los dos asaltantes le entraron a golpes inmediatamente, dejándolo tirado en el suelo y recibiendo constantemente coñazos,  en ese momento saque mi machete y mi hacha, a lo que ellos reaccionaron apuntándome con sus armas. Ese momento era como cuando me encontré hace mucho tiempo con un puma, mi padre me había enseñado a matar a los animales rápidamente y a esquivar sus ataques, me sentí como aquella vez, cuando murió mi padre y conseguí ser el terrateniente de las hectáreas que rodean la hacienda Matalinda.

El disparo, dándole en el pecho al hombre del traje blanco, volviendo carmesí al hermoso traje y dejando a mi tierra sucia con la sangre de un buen amigo. Trate de tranquilizarme, sin éxito y me lance hacia esos malandros hiriéndolos gravemente, le corte por el hombro al que tenía el trabuco y con el hacha le fracture la pierna al otro, fui lo suficientemente caimán con ellos que los deje vivir arrastrándose hacia el vacío de la noche que recién caía como una lluvia repentina ante nosotros.

Mi amigo estaba ensangrentado y malherido, entonces me le acerque para ayudarle, pero él me susurro al oído –déjame irme caminando por la Gran Sabana– y miro al horizonte agregando –mira, ya puedo ver a quienes han muerto en estos paramos, las bolas de fuego, animas en pena que iluminan los campos, mira los caballos del diablo que han aparecido a estas horas, los espantos que caminan entre nosotros– pero yo solo podía ver las esferas de luz y los caballos en llamas.

– ¿Dónde están los espantos? – pregunte.

–Solo hay tres en este momento, uno te habla y otros se arrastran a la distancia–

En ese momento se ven a lo lejos los dos malandros arrastrándose cuando de repente, cae una sombra gigante del cielo, es un zamuro que venía a comerse la carne podrida de esa gente, en este mundo ese animal es extremadamente grande, pero no lo suficiente como para darles a los dos hombres una muerte lo suficientemente rápida sino que, en cambio con un pico más grande que el cráneo le arrancaban las tripas poco a poco de abajo hasta arriba.

–Como te dije, nosotros estamos malditos con la bendición de una vida muy sana, pero estamos condenados a ayudar a otras especies a crecer a costa de nuestra carne–

– ¿No puedes esconderte? –

–Me volveré un corpo-seco, para evitar todo el rollo de ser un monstruo, prefiero caminar por el llano, acompañado de mis compañeros, a quienes salve de la fauna salvaje solo para que me dijeran lo mismo que ahora te digo a ti mi amigo– dijo con la cara triste –ahora déjame pedirte perdón por ser parte de quienes mataron a tu padre– me quede en blanco –pero no te preocupes, moriré tranquilamente como lo hizo tu recuerdo de el–.

Entonces el hombre se perdió al horizonte, nunca supe su nombre, entonces regrese a mi hogar con todos los cultivos tan cuidados como los deje al irme al pueblo, vi a mi amiga la Becerra y cuando me le acerque me dijo –No has aprendido nada–

–Nunca lograre comprenderte– le respondí.

–Es que, acabaste con la vida de dos hombres–

–Tenía que hacerlo, tenía que dejar de ser como los del pueblo–

–Ellos son así no solo por pereza y miedo, lo son porque si intentan resolver las cosas como tú lo has hecho, su mundo se llenara de violencia. Pero igual te voy a perdonar– dijo –así te enseño a ser mejor hombre mañana y te mando de nuevo a que veas el pueblo–.

– ¿Para que querías enviarme allá de todas formas? –

–Para que veas que allá hay algo más que esta tierra que pierde la belleza en la noche, quiero que viajes por el mundo de alguna manera para que puedas cumplir tu sueño–

– ¿Qué sueño? –pregunte.

–Hace tiempo me dijiste: Quiero ser tan sabio como tú–.

viernes, 8 de abril de 2016

Se levanta el Señor del Dolor

La capital, una ciudad industrializada hecha de hierro, sobre asfalto, moldeada con cemento, contaminada con humo; lugar que todos extrañamos más de una vez cuando vamos a sus profundidades, nuestro hogar que mantenemos con sudor y sangre que chorrea el metal que hay bajo tierra. Vivimos en medio de un desierto, donde el metal lo usamos para reforzar la ciudad para que resista mejor el huracán permanente hecho de residuos que nos secan poco a poco, perdigones que chocan contra el muro de piedra y acero, donde lo desgastan como las olas a las piedras encima de la arena, allí entramos nosotros quienes tenemos que extraer poco a poco más material.


Bajo tierra pasamos muchas desventuras, pero por suerte la antigua mina estaba mejor construida que nuestra metrópolis de metal oxidado, la cual escupía mas vapor que el mismo oxigeno que aspirábamos, pero eso era ser quejoso era un sitio hermoso para vivir, aquí bajo tierra es donde nuestro Edén cae, junto con nosotros los mineros sucios, mugrientos y cansados de trabajar, no lograban entrar en estas claustrofóbicas cavernas.

En esta mina llena de cristales transparentes el tesoro era el hierro, la cotidianidad nos consumía como nosotros consumíamos la tierra, no fue hasta este día en que los mineros encontraron a alguien atrapado en esta cueva, lo asistimos y no logramos identificarlo, buscamos a los guardias y ellos se encargaron de asistirlo, al verlo de reojo note que tenía una grave herida en el cuello. Poco a poco perdimos la cordura al recuperar mejor la persecución, era una herida que le abrió el cuello y expuso los huesos sanguinolentos al aire, que estuviera vivo era un milagro.

Nos convencimos ese día de que era un accidente causado por alguna caída, seguimos excavando ignorantes a voluntad, pero no por negación sino por supervivencia, para seguir con el trabajo y estar atentos al movimiento de las piedras.

Entre crujidos y minerales agrietados logramos satisfacer la demanda de hierro, pero los guardias querían que excaváramos más profundo, este oficio nos suponía un gran inconveniente, teníamos que abrirle paso a las excavadoras, las cuales tenían una forma cilíndrica, les llamamos Lampreas como a las sanguijuelas marinas. Abrimos paso a la maquina quitando todos aquellos minerales que la pudieran estropear, sería más fácil ponerla a funcionar y que abriera el paso pero teníamos demasiado equipo dentro de la caverna y sería peligroso.

Satisfactoriamente logramos abrirle paso a tan grande animal de acero y titanio, con taladros que le hacían parecer un mounstro de pesadilla convertido en máquina, y así como una criatura mítica abrió el camino, esta máquina hubiera dañado nuestro progreso dañado el hierro si no nos ocupábamos adecuadamente. El mecanismo de la Lamprea permitía que se abriera un túnel por el cual se pudiera pasar al terminar el trabajo, se separaban los taladros y se abría una puerta que creaba un tubo que cruzaba la pared que nos llevaría más profundo, donde se observaban mejores joyas y mayor cantidad de metales básicos.

Caminamos e iluminamos la nueva área, yo me sentía bastante feliz, a pesar de todo era un espectáculo visual hermoso, parecía que el cristal que más menospreciábamos era el espectáculo principal, creado con el puentes sin rumbo que cruzaban la zona, colores preciosos a causa de los minerales que nunca recogíamos por no necesitarlos, el Jade reflejado creaba un espejismo de vegetación, el lapislázuli traía lagunas y cielos.

Podría seguir describiendo cada piedra hermosa que formaba este conjunto de belleza, era tanta que ver cualquier cosa que no fuera un componente perfecto era increíblemente sencillo, logramos ver estructuras que no eran naturales, la arquitectura, si es que era de origen humano, no estábamos informados ni los mineros ni los guardias que nos acompañaban por curiosidad.
En un momento dado todos nos reunimos frente al túnel que atravesaba a la Lamprea, descansamos de tanto trabajo mientras nos deleitábamos con esa hermosa vista, la bella visión que siempre busque cuando me volví minero, una pintura fantástica que solo podía haber sido pintada por un gran artista y traída en un libro infantil ya hace mucho tiempo.

Era el final del trabajo, teníamos que irnos a casa, entonces extrañaba ya esa hermosa visión, soy un hombre solitario, no tengo mucho por que volver a la superficie, mi familia se dedicó a la guerra y por ello la perdí, por lo que nada me levanta de nuevo hacia arriba sino los guardias que no quisieran verme allá abajo sin hacer nada.

Se me ocurrió la idea de escabullirme en la investigación para ver esa hermosa imagen de nuevo, así que convencí a un soldado de que podría ayudar en la búsqueda, él era de confianza, llevamos mucho tiempo juntos haciendo tratos de todo tipo, logre entrar luego de la multitud de soldados armados, el uniforme era de un material que habíamos inventado para sobrevivir en los pozos mineros, reforzados para soportar rocas e impermeables para inundaciones subterráneas.

No entendía muy bien porque los militares bajaban a este lugar, al parecer por lo que logre escuchar entre voces bajas de compañeros discutiendo, allá abajo hay un sitio arqueológico, desde que encontramos hace mucho tiempo unos mercenarios en templos sagrados los arqueólogos han tenido que pedir ayuda obligatoria del ejército, aun en este lugar por vigencia de la ley.

Marchamos por los puentes hechos de cristal transparente, hicimos que la lamprea avanzara con nosotros cavando para llegar cada vez más profundo, fue hermoso poder ver esas hermosas figuras de cristal, con el lapislázuli y el verde del Jade que me hacía sentir en un paraíso subterráneo como en las ilustraciones de mi niñez.

Con el tiempo no fui el único minero que bajo, aunque eran los de mayor rango los que vinieron, alguien tan humilde como yo no podría haber bajado de otra forma, pensaba en ello mientras bajaba y era ignorado por los demás con quienes trabajaba tan arduamente cada día, al parecer había algo allá abajo que les interesaba más que una charla.

Descendimos hasta llegar a las estructuras extrañas, eran de piedra y parecían de arquitectura muy primitiva en comparación a nuestras viviendas más rusticas, aun así era bastante admirable, tenían detallados de grifos, con mucho detalle en los pilares que estaban en la entrada, el resto era indescriptiblemente precioso.

Las paredes hechas con los minerales que estaban en el área haciendo mosaicos de hombres y mujeres bastante detallados a pesar de ser hechas con un montón de rocas semipreciosas.
Tuvimos que abrirnos paso entre las ruinas ya que la puerta principal estaba hecho de metales bastante duros, era una aleación de hierro y titanio por lo que pude deducir al verla en ese estado. Caminamos por un pasillo oscuro con la luz de unas pocas linternas y logramos ver varias hermosas figuras de monstros mitológicos, que a muchos les dieron un susto de muerte en un principio incluyéndome, aunque ignorando esas figuras los corredores estaban vacíos y destrozados con poco más que algunos detalles como los de la entrada.

Al parecer el miedo del pueblo era infundado, no habían personas aquí, desde un principio yo sabía esto ¿Cómo es que alguien podría haber llegado hasta acá abajo? Sobre todo con el hecho de que tuvimos que cavar para entrar, era algo bastante estúpido, supongo que no puse atención en ello solo por curiosidad de saber que hay aquí abajo.

En la cola de gente que marchaba hasta lo más profundo de la estructura se encontraba mi amigo, me le acerque lo más que pude para que cuando le hablara no tuviera necesidad de levantar la voz.

−Oye sé que esto es andar de metiche, pero ¿sabes por qué los tuyos fueron llamados para bajar acá? –Le pregunte mientras marchábamos en la oscuridad junto a los demás soldados.

−De verdad que tengo poca información sobre esto, seguro debe ser una misión de entrenamiento para nosotros, no hemos tenido trabajo, parece que lo bélico está desapareciendo de nuestra utopía−.

−Pero no es ridículo pensar en este lugar para hacer entrenamiento, mucho menos para reconocimiento militar, es imposible que alguien más allá entrado antes que nosotros, más aun, ¿Cómo alguien construyo todo esto bajo tierra?−.

Él estaba de acuerdo con lo que acabo de decir por su mirada confundida, aun así le llego la respuesta –Solo he venido hasta acá por inercia, solo sigo ordenes, ya me conoces no pienso el porqué de las cosas como tú−.

−Deberías algún día, imagínate yendo a la guerra sin saber quién es bueno o malo−.

−En la guerra no hay buenos ni malos, solo hay equipo A y equipo B−.

−Dicen que así es la lógica, pero la imaginación te lleva al infinito−.

−No tiene mucho sentido eso ¿pensar las cosas del trabajo? Eres un minero−.

−Si lo soy con orgullo, era geólogo, me encantan las piedras, los colores que pueden tener, quise saber el porque, me uni a este grupo de obreros justamente para ver de cerca las rocas−.

−Y robarte un montón de piedras, que de paso, ni son preciosas, solo a ti se te ocurre eso−.

−Semipreciosas mi hermano, son hermosas a pesar de todo− en ese momento le señale las paredes adornadas con estas piedras –¿de verdad crees que podrías encontrar tantos diamantes como esas piedras y hacer que se vean así y sea rentable su construcción?−.

−Puede ser eso cierto, ¿pero para que estudiar cada piedra, clarificarlas, saber sus nombres los posibles colores?−.

−¿Por qué los científicos investigaron la teoría del universo? Por curiosidad y así han ayudado a inventar máquinas y a hacer volar la imaginación en el camino correcto−.

−Aun así creo que lo que estudias es inútil, y me parece más tonto pensar que elegiste ser eso−.

−Tu querías ser pintor ¿no es así? –.

−Pero termine en la milicia, hay que tener dinero−.

−Eres un esclavo entonces− y me eche a reír.

−Un esclavo no tendría dinero para tener mi casa− el rió sarcásticamente ante mi ideal.

Cuando hablábamos de estos temas nunca éramos demasiado serios, era costumbre nuestra, no era mi mejor amigo, ni tampoco el peor, ya que la mayoría de mis amistades murieron a causa de accidentes que impulsaron la creación de los trajes que ahora usamos al excavar, fue algo horrible pero logre superar sus muertes hace mucho tiempo.
Llegamos al sitio más lejano a la salida, o al menos a mí percepción, estaba bastante nervioso por el asunto de la oscuridad, aun con linternas era peligroso andar por un edificio en ruinas por bien que hayan escogido el material de construcción.

Los soldados ordenaron a los demás que se quedaran atrás y entraron rápidamente en una cámara que se encontraba frente a nosotros, el negro del carbón era lo que podía pensar que había dentro, la luz era inexistente y el aire frió que salía de allí nos alejó por más escépticos que fuéramos algunos como yo.
Decidí no hacer caso y entrar entre la fila de personas, fue demasiado fácil, mi amigo se dio cuenta y por su expresión parecía que quería matarme, pero no cedí, quería saber que había allá dentro, sobre todo con ver las rocas increíbles que estaban frente a este lugar, seguro había algún tesoro mineral dentro de esa cámara.

En lo primero que me fije era en la composición del suelo, estaba muy bien hecho, pero ese mineral era difícil fundirlo y moldearlo en una sola pieza, por lo que aprecie mucho la tecnología de los que crearon este sitio.

Paso el rato y estaba nervioso porque alguien se diera cuenta de mi presencia además de mi compañero, estaban tan ocupados buscando algo que no se percataban de las personas que tenían a su alrededor. Era un nerviosismo que se notaba en toda la habitación, yo solo me fije en las paredes adornadas con esas hermosas piedras, aunque habían sitios donde no había nada en especial, incluso había una pared hecha de un mineral que nunca pudimos volver grueso, solo servía para hacer puertas, me parecía curioso que otra civilización pudiera usar de esa forma el platino, dejamos de usar esa tecnología luego de la construcción del distrito Cuproros.

Revise de cerca ese muro, descubrí que se podía mover, los demás por fin se dieron cuenta de mi acción y al ver que se movía corrieron todos al muro, al parecer había encontrado algo que ellos estaban buscando. Busque de alejarme rápido del grupo y fui con mi amigo que hacia guardia en la puerta, me regaño por entrar allá sin ningún permiso, pero como nadie se dio cuenta no hubo mucha discusión. Solo nos quedamos afuera con otros diez militares y tres médicos de campo, los cuales estaban bastante asustados, fui a presentarme, vi que tenían equipo de investigación, no pareciera que fueran a investigar piedras, había equipo que pareciera para investigar enfermedades, tubos de ensayo y microscopios.

Me le acerque al que estaba trabajando en una mesa pequeña con todo el equipo impulsado con un pequeño generador−Hola quisiera presentarme, me llamo Chris Cestus−.

−Un placer soy Airon Winged, usted es uno de los obreros, me parece muy alegre que haya podido acompañarnos hasta aquí abajo− solo se apartó un poco del microscopio y volvió a mirar.

−¡Y claro que es un placer! Me encanta ver rocas tan preciosas y este arte tan hermoso−.

−Pues usted parece el único que lo ve así, venimos hacer una investigación sobre algunos sucesos que se han dado en varios sitios arqueológicos− hablaba aun con el ojo puesto en lo que sea que estuviera estudiando.

−Me parece estúpido pensar que hay terroristas aquí−.

−Nada de eso, eso de los bandidos en los sitios arqueológicos termino siendo un rumor, aun no tenemos los datos claros pero al parecer puede ser una especie de animal−.

−¿Cómo esta tan seguro de eso? –.

−Haciéndole una autopsia a los cuerpos de las víctimas en las expediciones de la superficie, logramos ver que tenían rastro de un virus que parece proveniente de una especie de veneno natural, aunque su naturaleza es extraña−.

−¿El público en general sabe de este asunto? –.

−Aun no, solo es una teoría, puede ser que fueran bandidos también, que usan el veneno para que no encontremos el rastro de sus armas ¿Quién sabe? –Entonces se separó por fin del microscopio –mire esto−.

Me aproxime el ojo al lente del aparato y vi un trozo de mineral, de echo eran varios de diversas densidades y durezas, aunque había una cosa que se estaba moviendo al lado −¿Qué es eso que se mueve? –.

−Es el veneno, apenas lo estamos revisando, al parecer pasa algo interesante si se le deja junto a minerales duros, los corroe, pero no solo eso, los moldea, incluso como puede ver a puesto los minerales alrededor suyo como una especie de protección, al parecer estos organismos tienen instintos de supervivencia e inteligencia parecida al de un animal−.

−¿Qué tiene eso de raro? –.

−Que los virus no son animales, no tienen la misma inteligencia, dependen de organismos para sobrevivir, pero este no, lo que es peor logramos ver que tiene sistema digestivo, consume los materiales orgánicos de su alrededor, no como los virus, estos no consumen para reproducirse, se reproducen dividiéndose, y pueden consumir organismos más complejos para crecer e incluso hacerse pasar por un virus cuando en realidad son parásitos−.

−Esa es bastante información, perdone que no entienda porque esta tan alterado, además ¿Por qué me da esta información? – Deje de ver por el microscopio.

−Próximamente daremos la noticia al mundo, aquí abajo se han encontrado piedras con rastros de este organismo, incluso podemos deducir que gracias a ello la cueva anterior se ve tan paradisiaca−.

−¿Entonces cuál es el problema? –.

−Que no solo pueden moldear cosas inorgánicas, también pueden crear… Formaciones extrañas en el tejido humano−.

−¿Cómo? –.

–¿Por qué crees que tenemos soldados armados? Ese organismo puede causar que personas se vuelvan violentas o simplemente pacientes epidémicos, se tiene que usaremos armas de destrucción biológica, ya las conoces, son munición que causa incendios que calcinan todo el cuerpo, ellos traen estas armas que usábamos antes para quemar campos contaminados con plagas–.

–¿Y esperan conseguir un espécimen aquí dentro? –.

–Así es– Dejo de hablarme y siguió con sus observaciones, pero mientras me iba añadió –espero que podamos todos salir con una joya o dos–.

Interesado pensé en la posibilidad de ser esa criatura diminuta, poder moldear las piedras y darles la forma que quisiera sin tener que ser un gran artista, aun así lo que me dijo Winged me inquietaba bastante. Paso el rato entre un silencio de muerte mientras sentía como la brisa pasaba por la habitación en la que hicieron la incursión los demás guerreros, el miedo en mi crecía en pensar que les hubiera caído algo encima y hubieran muerto, o que se les escapara una bala sin querer y perdiera la vida alguien.

De repente sonó el sonido de un disparo mi imaginación término en presagio, los soldados que estaban con nosotros entraron rápidamente armados y un cuerpo salió volando fuera de la cámara a gran velocidad, impactando contra la mitad de la infantería que trato de seguir avanzando a pesar de todo, los médicos salieron corriendo lo más lejos posible, yo incluido tuve que salir huyendo. Mientras corría vi atrás y después de un momento en que logre ver a los soldados disparándole a algo, corrieron lo más que pudieron y antes de que una pared tapara mi visión, vi como uno de ellos era alcanzado rápidamente por algo.

El miedo nos invadía y solo teníamos a mi compañero que había logrado escapar con nosotros, él tenía un rifle que usaba municiones crematorias, buscábamos salir para llegar a la lamprea que tenía una salida. No teníamos a nadie allá fuera por lo que veíamos nos habían abandonado, porque gritábamos sin cesar y el eco debería haber hecho que los que protegían el túnel reaccionaran respondiendo nuestras plegarias.

Aterrorizados buscamos un sitio por el cual llegar a la salida rápidamente, logramos salir y llegar a la lamprea, pero esta estaba sellada, al parecer todos se habían ido y nos dejaron a nuestra suerte en este lugar al cual solo tenía la iluminación de nuestras linternas y las luces de la máquina que ahora era nuestra puerta de celda. Recordando un poco a quienes habíamos dejado atrás nos dimos cuenta de que el capitán tenía un control remoto que hacía que la maquina abriera el pasillo que daba paso a las personas a través de él.

−Voy a buscar al capitán, mientras toma este comunicador, intente llamar al capitán mientras corríamos pero no hay señal a esta profundidad, te daré varios, tome estos de los soldados para hacerle bromas, quien diría que ahora les serviría para hablar con nosotros si siguieran con vida− tomo los aparatos y los repartió entre nosotros quedándose con uno.

−No te arriesgues ni te pongas a sufrir por ello− dijo Winged el médico.

−Nosotros no regresaremos allá− expreso otro médico con lo que el que restaba añadió –prefiero morir de inanición a saber qué fue lo que les paso−.

De repente vi una pared hecha de un material bastante débil, haciéndome decir−Yo tengo una idea− Saque mi pico, el que siempre tengo para llevarme piedras a escondidas −¿Ven esos picos de allí? Ayúdenme a cavar esta pared para llegar afuera, si trabajamos juntos podremos salir en un par de horas−.

Tomamos cartas en el asunto y repartimos los aparatos para tratae de contactar con la superficie, también empezaron a cavar aunque mi amigo impaciente quería salir mas que todos nosotros.

−Voy alla dentro, tengo que terminar la misión−.

−¿Qué misión exactamente? – pregunte.

−¡Ni se te ocurra! Lo que sea que estuviéramos buscando es algo que no podemos controlar, ¿ves lo que le hizo a aquel hombre que salió volando sobre nosotros? – reclamaba exaltado Winged mientras trataba de ayudar con la excavación.

−Si no quieren ir conmigo, iré solo, tengo que llegar con cualquier cosa aunque sea solo el traje ensangrentado de mis compañeros− y empezó a preparar su arma revisando que funcionara.

Intente persuadirlo −No seas estúpido, si nos separamos no haremos nada y nos quedaremos enterrados aquí no con mucha vida−.

−Me iré igual, tengo que cumplir mi orden o perderé el empleo, te dictare lo que vea allá abajo− a esto se fue solo y nosotros continuamos trabajando.
Al irse el medico se había cansado y empezó a repasar sus apuntes, era algo curioso ver que de todo lo que había allá en su laboratorio estacionario solo se quedara con eso, cada uno tomaba su turno para trabajar, mi amigo estaba aún entrando y nada que ver con las comunicaciones del exterior, no pudimos contactar ni con esos potentes radios, hasta pareciera que nos ignoraran a propósito.

Coordine a los doctores para que trabajaran como si fueran un grupo de mineros, les dije donde picar para que se derrumbara más rápido la pared, tuvimos un momento de inspiración y logramos crear una pequeña fisura que poco a poco se hacía más grande, la cual haría que todo el bloque de roca se derrumbara en una avalancha hacia nosotros, así que nos tomamos un respiro para contactar con mi compañero.
Desde aquí narrare lo que el describía mientras estaba avanzando al interior de ese lugar.

La entrada sigue igual, pude ver como sería el camino para llegar al puesto de control al frente de la cámara, caminar por tanta oscuridad con solo la luz de la linterna que había atado a mi arma con mis medias era estresante. Llegue al pasillo que tenía a los grifos, seguí caminando y encontré un cuerpo de un compañero, seguía con vida pero por alguna razón tenía hipotermia, se veía una gran herida en el cuello y las manos tenían la piel al revés, con los músculos a aire gélido el cual, es escaso a esta profundidad.

Me dijo –el espécimen, toma mi chaqueta, puedes dárselo al jefe para terminar la misión…− a lo que extendió un trozo de tela que se le había arrancado con sangre congelada por alguna razón.
Tuve que insistir −No, tengo que matar lo que sea esa cosa, no puedo dejar algo así con vida en estas profundidades−.

−Vete lo que sea que me haya hecho esto, no puede morir− en ese momento vomito algo de sangre y deje de escuchar el eco de su respiración.

Decidí seguir, por más que puedan crear una salida de este limbo de cristal, no puedo simplemente picar la pared, me acercare a ver qué fue lo que les paso a mis hermanos de armas.

Logre ver el puesto de control lleno de cristales rojos, posiblemente era sangre, pero no sabía porque estaba en estado sólido, ni mucho menos por que no encontré los cadáveres, por lo que revise atento ante el silencio de la oscuridad fría. Fue un parpadeo un reflejo de ojo por el cual vi algo que se movía, a poca vista parecía ser mi capitán pero al verlo más de cerca solo era su cadáver, el cual estaba despellejado, con la piel en forma de alas detrás de su carne sanguinolenta por la que se veían sus músculos, también congelados sus músculos como la sangre que mi en el piso, me resbale con la misma y busque de irme.
Encontré a algunos supervivientes escondidos entre algún que otro resto de roca, estaban aterrorizados, por lo que les subí algo la moral hablándoles un poco de como seria la llegada a casa.
Ellos eran de los mejores soldados, entrenados en el combate cuerpo a cuerpo para controlar animales en la crisis que causo el encuentro de una manada de carnívoros con la ciudad en sus primeros años. A pesar de no ser de los originales eran de los mejores de nuestra era, por lo que tomamos nuestras armas y buscamos a lo que estuviera matándonos.
Al principio teníamos la moral bastante bien, pero mientras más veíamos como habían terminado nuestros compañeros simplemente perdimos toda esperanza, como si dios nos hubiera abandonado.

Por fin entramos a la parte de la cámara que tenía la puerta secreta, logramos entrar pero lo que vimos nos hizo paralizarlos, todos nuestros compañeros estaban siendo devorados por algo, algo que solo se podía observar por la luz casi extinta de una linterna, lo que fuera esa cosa lanzo el cadáver del soldado contra nosotros y no nos dio tiempo para correr cuando agarro a uno de los que había encontrado, fue un movimiento rápido, no lo dejo escapar, sus cuchillas incluso no podían traspasar bien nuestras armaduras pero vi como lanzaba un humo que congelaba a su víctima y rápidamente corto los puntos débiles de la armadura y el pobre hombre no podía moverse sin que eso lo estuviera rociando de ese aliento helado, seguido de un golpe contundente en la cabeza que lo dejaba mareado para al final arrancarle la cabeza y destrozarle la armadura desde la piel hacia afuera clavando sus cuchillas en los puntos débiles.

Después de su muerte nos quedamos en shock al ver la criatura, tenía una forma antropomórfica con un cráneo de reptil con dientes parecidos a los del fósil de un dinosaurio carnívoro, su piel era roja y sanguinolenta pero con similitud a cuero curtido, sus ojos eran un par de hoyos negros que parecían ser la cerradura de la puerta al infierno, tenía brazos como mantis pero parecía una estructura ósea, como unas costillas gigantes y afiladas por brazos de mantis. Tal vez lo más perturbador eran sus patas de araña, tenía el torso unido al cuerpo de una araña como si fuera un centauro, pero envés de un cuerpo de caballo, uno de ciempiés. Viéndolo en acción se notaba que ese insecto gigante no dejaba que reaccionáramos, nos mataba con un aliento que podía convertir extremidades en carne conservada al frio, desollándonos y enloqueciéndonos con ataques veloces.
Logre escapar gracias a que uno de mis compañeros agarro a la bestia lo más fuerte que pudo, tuve que correr como nunca mientras esa cosa corría a la velocidad de una araña cazando un animal, se quedó atorado en una salida y logre escapar apenas.
A este punto termino de narrarme lo que pasaba y hubo un silencio de muerte, pasaban minutos que se sentían horas. Después de un tiempo la espera termino y el logro salir de una pieza.

−Me diste un susto de muerte, ¿Qué es lo que viste? –pregunto el doctor Winged.

Me le acerque a mi amigo que parecía traumatiza –Hermano, estas pálido siéntate, ya casi tenemos listo el camino de regreso a casa−.

−Lo que vi… era un demonio, era algo que no podía ser real, pero lo era y los mato a todos−.

−Tranquilo, respira hondo, vamos a trabajar, tu quédate tranquilo−.

Empezamos a trabajar de nuevo, el doctor estaba revisando sus apuntes y luego de una pausa en la que él estaba con una mirada de muerte, se le ocurrió algo, era bastante obvio por su expresión, se había dado cuenta de algo en sus apuntes, se paró y en frente de todos se puso como si fuera a dar un discurso.

−Oigan todos, creo que ya sé que rayos es esa cosa y como hace todos esos ataques… Extraños…−.

−¿Hablas de cómo nos congelaba los miembros?− dijo mi compañero.

−¿Estas familiarizado con nuestras armas químicas? –.

−Claro, hemos creado varias y les hemos dado un uso excepcional−.

−Bueno un proyecto que se perdió fue el de usar Nitrógeno líquido, ningún arma que no fuera un prototipo, que por cierto destruyeron hace tiempo por no haber ninguna necesidad en la paz de nuestra utopía−.

−¿A qué quieres llegar? – Pregunte –solo hablas de cosas que no tienen que ver, esa cosa era como un animal ¿no es así? –
−Bueno, según lo que he investigado, el organismo de que te hable… Puede controlar el nitrógeno líquido al igual que el arma, y el efecto del nitrógeno líquido es…–.

–Congelamiento– pensó el soldado en voz alta.

–Así es, no solo eso crece con cada organismo consumido, es decir, esa cosa que estaba allá dentro se alimentó y creció a ese punto, pero tal vez lo peor es lo que descubrí acerca del organismo hace tiempo, algo que no me ha dejado tranquilo– Tomo su libro y señalo una página con el índice –Puede hacer selección natural–.

–Nosotros también podemos no es algo elementalmente raro…– respondió otro doctor.

–Tal vez, pero el asunto es que puede hacer que se acelere la selección natural, pero no en sí mismo sino en el individuo con que hace unión o simbiosis– mostro una imagen de la célula unida a otra más grande –Puede cambiar la forma de un ser vivo, pero lo hace según lo que el otro quiera ser–.

–No lo e pillado– Decía mi amigo con el que yo estaba de acuerdo.

–Si un insecto quiere comerse un asno, y con lo que come volverse más grande para comer un elefante… O incluso querer ser inmune a un gas molesto, hasta controlarlo, hasta ser inteligente para combinarlo con otros gases…– explicaba bastante alterado Winged.

–¿Estás diciendo que esa cosa es un insecto que se convirtió en un monstro gigante por que quiso? – pregunte.

–Exactamente, si esa enfermedad llega a la superficie ¿qué crees que pase? –.

–Felicidad en la ciudad ¿verdad? – pensé.

–Te lo diré: Los humanos a diferencia de los animales pensamos más, pero como estamos en una sociedad no pensamos en supervivencia, pensamos en cosas completamente abstractas, como cuando te dan ganas de lanzarte de un precipicio o matar a alguien, imagínate si este organismo estuviera en ti y te enojas con tu esposa o un amigo. Te volverías un monstro que la mataría de la forma más horrible que pudieras haber imaginado en ese momento–.

–¿Cómo sabes tanto acerca de esto y nosotros no? – empezaron a interrogarle los doctores.

–Porque soy un medico investigador, me enviaron aquí para conseguir la cura de la enfermedad de respiración que azota a la ciudad de Ferroros, el humo de las industrias a hecho irrespirable el aire en ese distrito, por ello algo como un “deseo no tener esa enfermedad” era un rumor por el que enviaríamos todo a esta profundidad. No esperaba que fuera tan poderoso, no esperaba que algo asi pudiera llegar a ser tan peligroso solo en un insecto–
–Entonces tenemos que irnos de aquí cuanto antes, ¿sabes si estamos infectados con eso? – se repuso mi acompañante –Mire esta muestra, me la dio un amigo mío, espero le ayude a saber cómo usar ese poder contra el–.

–Ni lo intentare, esa cosa solo infecta bien según ciertas circunstancias, por ejemplo, debes dormir mientras esta traspasando tu cuerpo para que no sientas la incomodidad y simplemente desees no tener ese dolor o cosa. Además depende de la suerte también–.

–¿Cómo sabe eso de la infección? –.

–Porque hubo un brote, un brote que se dio en unos vagabundos que estaban en la zona arqueológica fuera de la ciudad–.

–Entonces todo eso de los terroristas es falso? –.

–¿Por qué usaríamos armas tan poderosas contra unos soldaditos de juguete? Vimos cómo se convertían en monstruos de pesadilla, algunos parecían genitales gigantes, tenían costillas tan grandes que mataban gente con ellas, no solo es algo de “quiero ser un gatito” cualquier cosa que pienses se puede hacer realidad incluso sin opción de elegir– el doctor a este punto estaba devastado recordando esa imagen.

–Entonces, ¿es posible que nuestros amigos desollados con alas de ángel solo fuera el producto de la imaginación de ellos mismos? – pregunto el de infantería con mucho pesar.

–Exactamente, seguro que si ese monstruo no los mataba ellos serían el monstruo– entonces se fijó en la estructura donde paso todo y se quedó pálido, casi que se confundía con el color blanco de su bata –Espero este paranoico, allí viene algo–.

Todos volteamos a ver en dirección a la visión de Winged y vimos al monstruo tal como lo describió, y venía a la velocidad de una rata, no, iba mucho, mucho más rápido que un simple roedor, destruía todo a su paso y por el túnel que cavamos intentábamos escapar. Esa cosa agarro a uno de los nuestros y lo pico en dos, luego lo lanzo hacia nosotros para que nos impactara, escapamos a una zona segura, el soldado disparaba gritando como si lo estuvieran despedazando y cuando le dio desolló al bicho a punta de fuego, se le veían huesos irónicamente y larvas como solitarias que no tardaron en salir y atrapar a otro médico, al parecer en un susto de muerte Winged pensó que iba a morir, pero no murió.

Después de acabar con todos quedamos los tres, tuve que ingeniármelas y usar la fisura que había calculado para hacer caer el techo cobre la bestia, tome el pico y derrumbe el techo lo que abrió un gran espacio alrededor de la lamprea, una avalancha cayó sobre la bestia y pudimos escapar de a poco, esa criatura seguía con vida y pudimos escuchar sus gritos los cuales parecían ser lamentos, al parecer lo eran, estaba imitando las voces de nuestros compañeros al morir.

Luego de parar de hacernos sentir terriblemente aterrorizados se levantó de nuevo y paso al frente nuestro pero estaba buscando a mi amigo, el cual se había ido a un piso superior, solos y acorralados por eso yo y el medico esperábamos la muerte, pero recibimos un susurro del diablo –Esclavos, debo matar a los esclavos…– en una voz grave y deprimente.

–Los esclavos, los que no son libres deben morir…–.

Era ese demonio, estaba hablando nuestra lengua sin errores, su tono nos perturbaba pero no buscaba matarnos a nosotros sino a nuestro amigo, con lo que se me ocurrió intentar hablar con él, hacer diplomacia con una masa de músculos y cascaras de varios metros de alto.

–Eres inteligente, dime bestia ¿quién eres y que quieres de nosotros? – en ese momento se giró a mí, te juro que nunca me sentí tan asustado desde que casi muero de una caída.

–Soy D’Pain, el señor del dolor, busco a los esbirros de la esclavitud, a los que no han elegido por su cuenta su destino para acabar con su miseria–.

–¿Somos esclavos? – pregunto el doctor.

–Ustedes son hombres libres, eligieron buscarme, de todas las opciones eligieron buscar, no les obligaron, no decidieron el destino por ustedes. A ustedes humanos mesias del libre albedrío no les quitare la vida, a menos que me ataquen de nuevo, estoy buscando a quienes son esclavos, todos allá arriba sometidos por el conformismo–

–¡No soy un esclavo! ¡Soy un digno miembro de la guardia Aurica!– grito el guerrero montado en la lamprea.

D’Pain lo señalo–Tu eres a quien busco, tu eres quien esta encadenado, viniste aunque sabias que ibas a morir, pero no por tu decisión, solo lo hiciste siendo esclavo de la codicia, del orgullo y de la ira–

–No soy esclavo, ¡Yo tengo nombre! – afirmaba de nuevo.

–Te perdonare la vida si me lo demuestras, dime ¿Cómo te ha llamado tu progenie? –

–Mi nombre es…–

–Mi… nombre…–

–Mi… no puedo…–

–¡No puedo! ¡No puedo recordar mi propio nombre–.

–Te contare el por qué, hace años ustedes fueron infectados por una plaga, la plaga de bendición, ustedes fueron ayudados por unas criaturas minúsculas y con ellas sobrevivieron al desierto que ahora es su hogar, en un principio ustedes eran como dioses, inmunes a todo, no necesitaban aire, ni comida, ni agua, ni reproducirse. Pero les gustaba tanto el placer de comer, beber, coger, lamer, sentir, tomar, adolecer… Que no aguantaron nada y desearon ser humanos normales de nuevo, ahora ¿qué es lo que pasa con tu nombre? Deseaste olvidarlo, te embarcaste tanto en tu arrogancia y codicia para ser un soldado que ya nadie te llama por tu nombre real, ahora eres un esclavo enumerado y con un rango para clasificar tu eficiencia, en pocas palabras tu rango es tu nivel de puta y lo has vuelto tu nombre, desde hace tiempo no eres nombrado al igual una furcia; esa es la cura por cierto, dejar de ser una puta y de verdad desear no morir como un conformista– a este punto todos estábamos paralizados y confundidos, entonces de la ira mi compañero puso a andar la lamprea y trato de matar al señor del dolor.

–Eres patético– dijo D’Pain, a lo que destruyo la maquina con un montón de golpes rápidos destrozando al hombre como si fuera carne molida.

Después toda esa carne molida se retorcía, hasta convertirse en un monstruo que recuerdo bien era idéntico a un demonio con alas de piel y cuerpo de musculo.
–No has podido ni siquiera elegir un monstruo diferente al primer tipo que mate, el que lance por el aire se le ocurrió esa pesadilla para pelear contra mí, pero cuando trato de recuperarse lo mataron esos esclavos, es una lástima que muera un bienaventurado. El recordaba su propio nombre, se hacía llamar Burial, un demonio como yo después seguro use su forma en un futuro–

–¿¡Qué mierda eres!? –grito lo que antes era amigo mío.

–Soy el que castiga a los tiranos y extermina a sus discípulos, soy el asesino de reyes, el guardián del templo demoníaco, soy un ente que encerraron n un pequeño insecto, y ahora quiero levantarme para acabar con todos aquellos que hablen blasfemias de lo que significa la libertad. Se podría decir que es una motivación muy humana– a esto el ángel de alas de cuero humano se comió su arma y de su boca lanzo llamas mientras su piel se rostizaba lentamente, uso su propio cuerpo como carbón para matar al diablo elocuente.

Murió, nuestro compañero ahora era lo que nos mataría, pero se me ocurrió que solo debía desearlo solo debía desear que mi cuerpo no lo atravesara sus uñas ahora largas y sanguinolentas hechas de metal incrustado de la destrozada maquinaria. No sentí ni dolor, ni que me atravesara, ni cuando trato de arrancarme los ojos, no pudo, era cierto, siempre estuve infectado. Además el medico pensó lo mismo, se convirtió en un hombre árbol, parece que lo disfrutaba, yo desee cubrirme de piedras, y así fue, era algo hermoso a pesar del daño que hizo en esta mina.

Después de muchos intentos no puso hacernos nada, luego de un rato nos fuimos sin el a la superficie, donde mis propios amigos me vieron como un monstruo, nunca me dijeron sus nombres, pero aun así los quería, aunque fueran esclavos, decidí morir en ese entonces, el medico también, recibimos proyectiles de todo tipo y perdimos la vida poco a poco…

Pero antes de perder la conciencia escuchamos una voz de lo profundo de la oscuridad gritando –¿¡Por qué no mueres!? – y una voz horrible pero terriblemente persuasiva dijo –¿Por qué mentirte? Desde el principio te dije que era un demonio, y los demonios no depende más de un cuerpo, solo necesitamos del pecado humano para siempre volver–.

FIN